Extraños días han sido lo de los últimos meses para mí: de miedo, de frustración, pero también de trabajo y esperanza. También han servido para reorientarme en esto de la escritura, de mis propios proyectos y de comentar a otros. Entre los muchos ejercicios que se volvieron torpes o inútiles en estos tiempos, la lectura se me tornó áspera. Mala cosa, o mala idea mía quizás, el intentar leer este libro. O tal vez fue, sin pretenderlo, la mejor idea que tuve.
Que no se malentienda, por favor: “Hotel Tandil”, del escritor chileno Andrés Nazarala, es un libro tan interesante en su historia como en su propuesta: el autor desarrolla la historia de un divorcio, el refugio en un hotel trasandino y la frustración por la propia carrera de cineasta; expresada a través de una serie de breves ensayos sobre el cine independiente y muchos de sus autores más insignes, también sobre la frustración que muchas veces va de la mano con hacer cine fuera del mainstream.
Toda esta historia está cruzada por un hecho fundamental: el encuentro del autor con uno de sus héroes, el director argentino Raúl Perrone, verdadero paradigma del cine de autor en su natal Ituzaingó.
Es en estos encuentros con Perrone donde el narrador encuentra el sentido de su obra y, también, un consejo que nos atañe a todos los que intentamos trabajar en alguna de las formas del arte: dejarse de joder y ponerse a trabajar, sin darle más vueltas.
Todo esto, en un entorno narrativo que al principio cuesta o quizás hasta entorpece su entendimiento cabal (aunque, tal vez, digo esto desde la propia torpeza que me embargaba) pero que va decantando en un “orden” que hoy me parece preclaro: el caos no es un desorden sin propósito, sino que es una ruta no solo de viaje, sino de honestidad. Y aun teniendo capítulos que, para el neófito del cine que soy, se antojan muy interesantes, siempre las partes más claras y a la vez caóticas residen en los encuentros con Perrone y los “Apuntes de Ituzaingó”. Es ahí donde se va decantando una historia de frustración, inmadurez, reencuentro e introspección.
Leer este libro (y en consecuencia, escribir su reseña) me resultó un ejercicio difícil. En retrospectiva, no culpo al libro sino a mi propio caos mental. Ojalá que terminarlo y fraguar estas palabras sean una señal de haber encontrado mi ruta, o al menos de estar cerca.
Hotel Tandil
Andrés Nazarala
2019