El mejor libro que leí el 2022

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Llegó diciembre y el caos. No diré calor, porque en Temuco aún tenemos un agradable clima primaveral. A quienes sufren con el estío anticipado les mando mis condolencias. Y si estás en el hemisferio norte soportando un frío siberiano, también.

Esta edición (1)  está dedicada a una tradición que inicié en Ojo en tinta y que desde el año pasado trasladé a este boletín. Se trata de la selección “El mejor libro que leí el 2022”.

¿En qué consiste? Le pedí a personas que admiro —lectoras voraces y refinadas— que eligieran el mejor libro que leyeron este año. Para eso establecí tres requisitos:

  • Tienes que elegir un solo libro. No dos, cinco o diez. Uno solo.
  • Tiene que ser un libro publicado el 2022.
  • Tienes que explicar en un par de líneas (50-100 palabras) por qué fue el mejor que leíste.;

El 2021 este ejercicio puso varios libros notables en mi radar y en el de quienes leen Hipergrafía: Diez días en un psiquiátrico, de Nellie Bly; El fallo muscular, de Cristian Cristino; o Chicas en tiempos suspendidos, de Tamara Kamenszain.

¿Quieres comentar cuál fue tu libro favorito del año? Responde este correo y cuéntame por qué.

A continuación te dejo con la selección de este 2022. Espero que te sirva para tus lecturas del próximo año.

Ana María Álvarez eligió The Furrows, de Namwali Serpell (Hogarth).
Ana María Álvarez eligió The Furrows, de Namwali Serpell (Hogarth).

The Furrows, de Namwali Serpell. En su segunda novela, Serpell optó por mantenerse en el ámbito más íntimo, con su protagonista viviendo el duelo por la muerte de su hermano durante su infancia. La muerte de este niño es repetida una y otra vez, siempre vestida de manera diferente: “no quiero contarte lo que pasó. Quiero contarte cómo se sintió” repite Cassandra una y otra vez, mientras la narrativa explora el dolor y el trauma de esta familia y cómo cada uno de los integrantes lidia con la tragedia. Namwali Serpell es una voz inteligente y creativa, así que creo que hay prestarle atención.

—Ana María Álvarez es traductora y librera, permanentemente rodeada de libros.

 

Rocío Abarzúa eligió El asedio animal, de Vanessa Londoño (Eterna Cadencia).
Rocío Abarzúa eligió El asedio animal, de Vanessa Londoño (Eterna Cadencia).

Me cuesta elegir un solo libro, pero El asedio animal (Eterna Cadencia, 2022), la primera novela de la colombiana Vanessa Londoño, es uno de los más excepcionales que leí este año. En él, cuatro voces narran cuatro historias en una Colombia rural; cuatro historias sobre el cuerpo, el territorio y la memoria; cuatro historias brutales, violentas, pero escritas con una prosa poética bellísima. Este contrapunto entre trama y lenguaje hizo de esta, para mí, una lectura maravillosa.

—Rocío Abarzúa es jefa de comunicaciones de Big Sur Chile.

 

oaquín Escobar eligió La jaula de los onas, de Carlos Gamerro (Alfaguara).
oaquín Escobar eligió La jaula de los onas, de Carlos Gamerro (Alfaguara).

La jaula de los onas de Carlos Gamerro es una novela coral que narra desde diversos lugares lo que fue la exhibición de esta tribu en la feria universal de París en 1889. Se alternan voces que recrean lo que fue el antes, el durante y el después de tan feroz hecho, estableciéndose un discurso de anexos que documentan literariamente lo sucedido durante un periplo que tuvo muchos márgenes e interpretaciones. Por lo general, los libros que exponen la historia de las civilizaciones indígenas exterminadas lo hacen con tristeza y desolación. No es para menos, si el genocidio mostró la peor cara de las monarquías y el continente Europeo. Sin embargo, Carlos Gamerro logra desarrollar humor en un sitio en donde las sonrisas no estaban permitidas. Hay capítulos en los cuales uno explota y se ríe a carcajadas, desde situaciones insólitas y absurdas, hasta comentarios burlescos y desatinados que exponen una forma de pensar hechos, contextos y situaciones. Para mí, el mejor del 2022.

—Joaquín Escobar es autor de Se vende humo y Diario del tetracampeonato, entre otros títulos.

 

Karen Codner eligió En memoria de la memoria, de María Stepánova (Acantilado)
Karen Codner eligió En memoria de la memoria, de María Stepánova (Acantilado)

En memoria de la memoria, de María Stepánova. Es difícil clasificarlo en una sola categoría y está dirigido a cualquiera que le guste el ejercicio de la memoria y la indagación del pasado familiar. Es un cruce entre el ensayo, la ficción y el periodismo. Stepánova es rusa y judía, realiza un trabajo de investigación en torno al pasado familiar y paralelamente a la historia del imperio que la vio nacer y crecer. Recuerda a un Ulises moderno que a partir de documentos y fotografías viaja a una Ítaca inexistente. Hay grandes reflexiones. En fin, una joya.

—Karen Codner, es periodista y escritora. Dicta talleres de escritura creativa y lectura. Envía un boletín los domingos.

 

Astrid donoso eligió Cosas pequeñas como esas, de Claire Keegan (Eterna Cadencia).
Astrid donoso eligió Cosas pequeñas como esas, de Claire Keegan (Eterna Cadencia).

Cosas pequeñas como esas, de Claire Keegan. Irlanda católica profunda y empobrecida. Invierno, el temor al desempleo y la vulnerabilidad. Ese es el primer escenario. El segundo es el asilo conocido como las lavanderías de las Magdalenas de las Hermanas de la Misericordia. Un caso verídico al que Claire Keegan recurre como detonador de una historia de abusos contra mujeres encerradas contra su voluntad, donde el protagonista, intentando vender carbón a esta congregación, se ve enfrentado a la realidad. De allí nacen sus reflexiones, cuestionamientos y el vislumbrar con horror la verdadera naturaleza de lo que ocurre. Tremenda nouvelle de una de las escritoras irlandesas contemporáneas más importantes.

—Astrid Donoso es periodista y mediadora de lectura.

 

Yo elegí Mambo, de Alejandra Moffat (Montacerdos).
Yo elegí Mambo, de Alejandra Moffat (Montacerdos).

En mi caso, la respuesta la anticipé en la edición #54Mambo, de Alejandra Moffat (Montacerdos, 2022), es una novela con voz de niña. Su protagonista, Ana, descubre el mundo e intenta decodificar el mundo de los adultos, de sus padres, que viven en la clandestinidad durante la dictadura en Chile. Una familia real que vive en casas postizas, con nombres postizos y pasados y presentes postizos, ensamblados con murmullos, silencios y algunas verdades. La voz de Ana es convincente, imaginativa, curiosa. Un libro para pensar cómo en medio del horror y la barbarie subsiste la fantasía, el sueño y la ternura. Sobretodo, la ternura.

Hasta acá llego, cierre de transmisiones.

 

 

(1) En Libros y Bibliotecas publicamos estos comentarios que Patricio Contreras entrega habitualmente y dos veces al mes, en el Boletín de Libros de su autoría denominado Hipergrafía. Para suscribirte a él y recibirlo en tu casilla de correo pincha aquí

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