Investigación chilena desmitifica la “crisis de lectura” en la educación superior y propone una mirada más justa y compleja sobre cómo leen los estudiantes hoy.
En contra de los discursos pesimistas sobre una supuesta “crisis de lectura” entre los universitarios, un estudio reciente demuestra que los jóvenes no solo leen, sino que lo hacen mucho y con estrategias más complejas de lo que se cree. La investigación —realizada por Federico Navarro (Universidad de O’Higgins y CIAE), Marisol Velásquez y Alfredo Calderón Araya (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso)— revela que estudiantes de alto y bajo rendimiento participan activamente en prácticas lectoras tanto dentro como fuera de la universidad.
El estudio hizo un seguimiento cualitativo a estudiantes de cuarto año en dos universidades chilenas, con perfiles sociodemográficos diversos. A través de entrevistas en profundidad, los investigadores identificaron que todos los participantes aplican estrategias metacognitivas como la relectura o la toma de apuntes. Sin embargo, algunas prácticas —como leer en grupo o buscar materiales complementarios— se asocian más frecuentemente a un mejor desempeño académico.
Leer con otros: la clave de quienes destacan
Uno de los hallazgos más llamativos es la lectura colaborativa. Estudiantes con alto rendimiento académico reportan leer en grupo, de manera autogestionada, como parte esencial de su estudio. “Uno comparte la pantalla y todos vamos leyendo a la misma vez”, cuenta Fabi, estudiante de Psicología. Camila, de Pedagogía, complementa: “entre nosotras vamos construyendo lo que quería decir el autor”.
Esta práctica no solo favorece la comprensión, sino que fomenta la discusión, la aclaración de dudas y la construcción colectiva de sentido. Según los investigadores, “son estrategias complejas, participativas y proactivas que inciden directamente en el desempeño académico”.
Otra estrategia habitual entre los estudiantes destacados es la búsqueda de recursos complementarios, como esquemas, páginas web o videos explicativos. “Yo uso harto YouTube para entender cosas de medicina”, relata Andrea.
Los estudiantes con bajo rendimiento también leen (y mucho)
Uno de los mitos más derribados por el estudio es que los estudiantes con bajo rendimiento no leen. De hecho, ellos reportaron más prácticas de lectura académica que sus pares de alto rendimiento (100 menciones versus 84). Además, se sumergen con frecuencia en lecturas vernáculas o no académicas: manga, novelas románticas, blogs, noticias, chats de videojuegos e incluso funas.
Estas lecturas, lejos de ser banales, cumplen una función identitaria, motivacional y formativa. “Me gusta buscar investigaciones sobre tecnología”, cuenta George, de Ingeniería Eléctrica. Erizo, de Ingeniería Industrial, relata que su afición por el manga romántico lo acompaña desde adolescente.
El estudio muestra que estas prácticas lectoras, muchas veces invisibilizadas por el mundo universitario, aportan herramientas y motivaciones que influyen directamente en el aprendizaje académico.
El informe desafía la idea de que los estudiantes universitarios no saben leer bien. El estudio muestra que, independientemente de sus notas, los estudiantes utilizan diversas, creativas y sofisticadas estrategias para leer y comprender textos académicos y no académicos, incluyendo mangas, chats de videojuegos e, incluso, funas.
Una lectura más justa de la lectura
Para los autores del estudio, es urgente repensar cómo se concibe la lectura en la universidad. “Los estudiantes no solo leen mucho, sino que lo hacen de forma consciente, estratégica y situada”, concluyen. Este enfoque, aseguran, permite comprender mejor las desigualdades estructurales que enfrentan muchos jóvenes y cómo logran sortearlas a través de la lectura.
Los hallazgos tienen implicancias directas para las políticas educativas y programas de acompañamiento: fomentar la lectura colaborativa, valorar las prácticas lectoras vernáculas y reconocer la diversidad de trayectorias podría ser clave para mejorar el aprendizaje y la permanencia en la educación superior.