A continuación reproducimos el artículo de los destacados bibliotecarios y académicos Clara Budnick y Gonzalo Oyarzún. El texto nos plantea una serie de preguntas respecto a la gestión bibliotecaria y la tarea que los mediadores de lectura tienen respecto al futuro de la circulación de la información. Se agradece a ambos que hayan accedido a que difundamos sus reflexiones. Al mismo tiempo se invita a que hagas click en Bibliotecaimaginada.com  y así puedas conocer otros contenidos tan interesantes y útiles como éste.

Tomando una antigua fábula de la India, muchas veces reescrita e interpretada, Eduardo Galeano nos cuenta esta historia:

Estaban los tres ciegos ante el elefante. Uno de ellos le palpó el rabo y dijo: es una cuerda. Otro ciego acarició una pata del elefante y opinó: es una columna. Y el tercer ciego apoyó la mano en el cuerpo del elefante y adivinó: es una pared. Así estamos: ciegos de nosotros, ciegos del mundo. Desde que nacemos, nos entrenan para no ver más que pedacitos. La cultura del desvínculo nos prohíbe armar el rompecabezas”.

Una sociedad desvinculada de sí misma, de espaldas al otro, ajena a su cultura, es una sociedad ciega de sí y del mundo que la rodea, que ha decidido jugar con unas pocas fichas del rompecabezas, tratando de averiguar pobremente el lugar que habitamos.

Contra el desvínculo, los hilos. Contra la ceguera, la información. Contra la ignorancia, la educación. En todos estos enfrentamientos, las bibliotecas tienen mucho que decir.

Las bibliotecas han tenido un rol fundamental en el acceso a la información, el conocimiento y desarrollo del fomento de la lectura en nuestras comunidades. Son espacios democráticos por excelencia, donde todos tienen cabida. Visto desde esta perspectiva, resulta indispensable vincularlas entre si y con su comunidad.

Bibliotecas públicas y bibliotecas escolares estableciendo redes y expandiendo sus servicios, enlazándose además con otras redes y otros servicios de la comunidad, construyendo un nuevo tejido que nos ayude a armar el rompecabezas y a salir de nuestras individuales cegueras para ver, si en conjunto, alcanzamos algunas claridades individuales y colectivas.

  1. Democratización y diversificación

Nos enfrentamos ante el nuevo papel de las bibliotecas y su ruptura con el elitismo intelectual. Hoy las bibliotecas deben ser democratizadoras, expandir su ámbito de acción a todos los estratos de la sociedad, diversificando los servicios que ofrecen de acuerdo con las necesidades de las sociedades en que se insertan. La nueva biblioteca se apuesta entonces como un espacio de autorrepresentación comunitaria. Y esta representación tiene necesariamente una doble dimensión: organizacional y de contenido.

a) Organizacional

Las bibliotecas deben tener en el centro de su diseño a la persona, hacer equitativo el acceso al bien cultural que proveen.  Como parte de este esfuerzo, su organización estructural debe ser inteligible y amable. Hoy sólo se puede construir y diseñar una biblioteca “para la gente” si se hace con la participación de los más diversos agentes de la comunidad organizada, pues estas se construyen desde sus deseos y necesidades, aspiraciones y anhelos.

Es por ello que nuestras bibliotecas deben desarrollarse de manera que los usuarios se encuentren con la información ordenada temáticamente, más que sólo libros arreglados de acuerdo a códigos numéricos y alfabéticos. La información debe ser administrada intersectorialmente, más que sólo ser clasificada de acuerdo a materias y nombres. Esto requiere un diseño interior completamente diferente, no como un supermercado, en que todo esté en un global, acumulado y reunido, sino más bien como un centro comercial, con un conjunto de pequeñas tiendas especializadas.

El objetivo principal ha de ser la entrega de servicios de información, de extensión cultural, de desarrollo personal, el autoaprendizaje y la alfabetización, tanto inicial como para la vida. Se debe apostar a la equidad en el acceso a la información y a la integración de las personas a través de servicios especialmente diseñados para los diferentes miembros de la comunidad atendida, con actividades de extensión y capacitación.

Como lo señala Daniel Goldin en su libro “Los días y los libros”: “hoy, leer y escribir parecen dos formas del pensamiento, de la comunicación, de habitar, de evitar, construir y alejarse del mundo”. Se trata entonces de llevar a la persona a leer para disfrutar, soñar y aprender, por interés o por curiosidad.

En este sentido y bajo este modelo, los libros no importan, los bibliotecarios tampoco, ni el mobiliario, ni los computadores, ni la calidad del edificio, ni el presupuesto con el que se cuente. En una biblioteca de estas características realmente nada de esto importa en verdad. Si las bibliotecas centran su desarrollo en ello, pueden fracasar.

Puesto así, lo que en realidad importa son las personas. Las formas y la estructura de esta biblioteca deben estar conectadas para que el ser humano sea lo principal. En ese sentido interesa y es requisito tener los mejores libros, los mejores bibliotecarios, el mejor mobiliario y el más bello edificio; pero en ese orden y no a la inversa. Las bibliotecas deber estar en relación a las necesidades de las personas, en cercanía con ellos, creando redes, experiencia, aprendizaje, reflexión y comunicación.

Esto es crucial en relación a la logística y deben estar diseñadas en función al usuario, al ser humano, no a las actividades y funciones, las cuales cambian constantemente. Los medios, las salas y espacios, las actividades y zonas del edificio pueden ser modificadas. Las bibliotecas deben ser construidas con mirada de largo plazo, bibliotecas para la vida, considerando las múltiples alteraciones y modificaciones que ellas requerirán en ese período.

La accesibilidad es una de las claves fundamentales, puesto que si nuestro enfoque está en las personas, no deben existir barreras de ninguna especie al momento de abordar el acceso a los diferentes medios. Es así como, dependiendo de cada realidad social y geográfica, ha de procurarse los horarios más adecuados para la comunidad atendida, disponiendo de facilidades de accesibilidad especial para los discapacitados, los sectores más carentes o marginados de los servicios culturales. Y estos deben ser entregados en condiciones de gratuidad.

b) De contenido

No sólo los libros tienen hoy cabida entre las ofertas e intercambios culturales contemporáneos de una biblioteca; los computadores, videos y otros múltiples soportes del conocimiento deben estar plenamente disponibles. La integración de las expresiones artísticas y la apertura a la comunidad en la planificación y priorización en sus actividades, son primordiales. Extender el concepto de lectura a manifestaciones no escriturales o no lineales, es también parte de este esfuerzo.

Las bibliotecas han de ser una metáfora del conocimiento. Éstas deben contener, diseminar y crear información. Pero esta metáfora puede ser utilizada en un sentido figurado, porque las bibliotecas han de ser también un portal del conocimiento, una herramienta de búsqueda, una interfase del usuario, un filtro y un agente inteligente

La biblioteca ha de proponerse como el punto de acceso a la información para todos los miembros de una comunidad en la mayor cantidad de medios posibles. El mundo físico y el mundo virtual han de coexistir armoniosamente. De muchas maneras, los libros son más abstractos que los medios electrónicos. Los libros son tan virtuales que el lector tiene que imaginar todo lo que se describe en ellos. Muchas veces nuestro “televisor interno” es mucho menos exigido con una película o con la televisión.

Las bibliotecas se vislumbran como parte de una red de instituciones y empresas que diseminan información, cultura y recreación. Así, en conjunto con las editoriales, las bibliotecas podrán reforzar el interés por los libros; en conjunto con los cines, se podrá incrementar el interés por las películas; junto con los diarios y periódicos, se podrá incitar a la gente a tomar parte en la vida cotidiana; en conjunto con la educación pública y municipal, se podrá reforzar las habilidades y el placer por la lectura; junto las universidades y la empresa privada será posible desarrollar un cambio en las competencias en nuevas tecnologías. La biblioteca quiere ser una importante contribución a la sociedad del conocimiento: buscando, expandiendo y creando información.

Si bien la biblioteca escolar debe ser concordante con los programas de sus instituciones, las bibliotecas públicas no tienen que ceñirse a un currículo. En este sentido, ambas instituciones deben propender a “desescolarizar la biblioteca pública y lecturizar la biblioteca escolar”.

Las bibliotecas no han de ser sólo receptoras de contenidos elaborados en otros lugares. La biblioteca ha de ser capaz de generar, por distintos y con múltiples medios, contenidos locales. Ya sea mediante la producción de pequeños boletines, la creación de diversas páginas en la Web, creando rincones de la memoria local que produzcan nuevas lecturas, la biblioteca ha de generar identidad, pudiendo llegar a tener un rol patrimonial, como lo suelen tener muchas, especialmente en comunidades que se encuentran en condiciones de aislamiento geográfico.

De lo todo lo anterior, podríamos decir que se puede construir, organizar y llenar de los mejores libros a la más bella de las bibliotecas, pero no por eso ser realmente una biblioteca. La biblioteca es, más allá de cualquier otra condición o circunstancia, la que acerca a los usuarios al placer por la lectura. Porque una biblioteca, finalmente, la hacen las personas que transcurren en ella y es el lugar privilegiado para iniciarse, continuar y vivir con la lectura.

2. Integración

La biblioteca se define como un espacio democrático; por lo tanto, puede y debe ser un factor de integración entre los diferentes agentes de una sociedad y de participación de los diferentes grupos sociales.

La creación de redes y las sinergias entre la biblioteca pública y la biblioteca escolar, entre la escuela y la comunidad organizada, así como la coordinación entre modelos locales de gestión, son fundamentales. Este punto aborda la necesidad de sumar experiencias y entrecruzarlas para maximizar recursos, incluyendo en este esfuerzo a las nuevas tecnologías y las posibilidades de vínculos virtuales. Es decir, aplicar el diseño de hipervínculo en materia de gestión de bibliotecas.

Cada vez más, los gobiernos locales y estatales o las autoridades regionales están manejando estándares de calidad y eficiencia en los servicios que ponen a disposición de la comunidad. Salud, obras públicas, educación y cultura, entre muchos otros, son sometidos a programas de mejoramiento de gestión, con mediciones e indicadores cada vez más precisos. Con la adecuada administración de los recursos y la gestión de los programas existentes se deben atender de mejor manera a una población cada vez más numerosa y exigente de sus derechos.

En el campo de las bibliotecas, por ejemplo, países como Finlandia han dado muestras de inteligencia y aprovechamiento muy destacables. Allí, las localidades han vinculado sus escuelas a las bibliotecas públicas y los centros culturales, desarrollando programas en conjunto que potencian y extienden sus iniciativas a un numero mayor de beneficiarios, involucrando a toda la comunidad, independiente de su condición social, de género, estudios o geográfica. La suma de esfuerzos es coordinada y busca satisfacer a una población ansiosa de más y mejores servicios culturales y educativos.

Algunos países han logrado establecer redes de bibliotecas escolares; otros, redes de bibliotecas públicas; los menos, redes de centros culturales y museos. La clave está en hacer confluir a todos en un mismo programa, en un mismo discurso que, desde su diversidad, logre dar cuenta de la diferencia y la identidad propia.

En Latinoamérica, por ejemplo, podemos encontrar exitosas experiencias de gobiernos locales que han unido los esfuerzos, creando redes de bibliotecas públicas y escolares, con un solo responsable general, liderando el desarrollo de una política de fomento lector, maximizando los recursos y estableciendo redes eficientes, ya no sólo entre las bibliotecas escolares y las públicas, sino entre bibliotecas de su mismo tipo.

La creación de redes no debiese estar sólo circunscrita a bibliotecas escolares y públicas. Los modelos de cooperación y sinergia entre instituciones afines las hace cada vez más naturales en un sistema de aprovechamiento de los recursos. Así, es posible imaginar una red que considere a bibliotecas nacionales, universitarias, comunitarias, populares, carcelarias, digitales, en conjunto con otros servicios como bibliobuses, cajas viajeras, puntos de préstamo en los mercados, calles o trenes subterráneos.

3. Movilidad y flexibilidad

En el esfuerzo del fomento lector, es necesario des-sacralizar los espacios de lectura, hacer del recinto un lugar abierto y acogedor, así como llevar la biblioteca a otros sitios, físicos y virtuales. La innovación y la creatividad en las iniciativas de este tipo son clave.

En las “Directrices de IFLA/UNESCO para el desarrollo del servicio de bibliotecas públicas” se plantea la necesidad de bibliotecas sin muros; esto en el sentido que las bibliotecas deben realizar sus actividades más allá del perímetro de sus edificios. Es así como los servicios de bibliotecas han “puesto en marcha varios programas móviles: camiones y barcos, cajas, mochilas y bicicletas que reparten libros y organizan actividades culturales para todas las edades y viajan por todo tipo de terrenos. Visitan igualmente casas de reposo, hospitales y cárceles”.

Nosotros podríamos pensar aquí respecto de la potencialidad de una biblioteca escolar sin muros, también una biblioteca escolar educando a la comunidad. El acto educativo se produce muy intensamente fuera del aula, especialmente en el hogar. Si somos capaces de instalar algunos hitos allí, será posible entrar en el espacio cotidiano de las personas. En este sentido, estaremos afectando no sólo a nuestros estudiantes sino a su entorno, dándole una dimensión más integradora.

El trabajo que pueda hacer la biblioteca escolar en conjunto con la biblioteca pública es fundamental, así como la labor que se desarrolle con los padres desde la escuela. Incluso se podría pensar en incorporar a esta red a otras organizaciones culturales y sociales, a modo de coordinar los esfuerzos y sentir que es la comunidad entera la que participa de un mismo proceso, construido desde miradas distintas e incluyentes.

Cuando hablamos de biblioteca escolar se debe pensar en todos niveles, incluyendo a los pre-escolares y a los jóvenes de niveles superiores o de secundaria, estos últimos, muchas veces excluidos de los planes de fomento lector debido a que deben ya leer gruesas obras y no les alcanza el tiempo para lecturas recreativas. Quizás es por eso que en ese período en que muchos suelen desencantarse de la lectura. Entonces la introducción del comic, la novela gráfica o la misma Web 2.0, a través de herramientas como los blogs, puede ser una buena vía para devolverlos al simple placer de leer.

4. Cotidianeidad

El resultado del proceso de movilidad y democratización apunta a penetrar en las esferas cotidianas de la vida de la sociedad. Que la lectura pierda solemnidad y que, por esa vía de familiarización, gane importancia, es la paradoja maravillosa a la que se apuesta con este proceso.  Si a lo que se apunta con los programas de lectura es al cambio de hábito para leer con gratuidad, no basta con crear bibliotecas en más sitios; es preciso hacer de todos los sitios una biblioteca.

Así mismo, tampoco se deben olvidar los programas dirigidos a los más pequeños, los pre-escolares, a los cuales es posible acercarse de un modo mucho más natural, toda vez que en esa edad son especialmente receptivos a los estímulos de sus mayores. Tampoco pueden faltar en esta lista, las salas cuna, donde los bebes pueden ser familiarizados con la lectura, cuentos que les llegan a sus oídos por la lectura en voz alta, como también con el objeto libro, tocando, oliendo, mordiendo, bañándose con el.

Por otro lado, si bien existe un cierto auge que ha llevado a emprender grandes iniciativas de desarrollos bibliotecarios en nuestros países, la biblioteca no es una institución reconocida en el ámbito más cotidiano de una comunidad, como lo son los servicios de salud o de educación. Y si bien, la biblioteca no tiene una carga negativa, pues es valorada, parece suntuaria a la hora invertir en proyectos de este tipo.

En este sentido, la biblioteca tiene que encantar tanto a las autoridades como a su comunidad, entrando en su vida diaria, haciéndola indispensable en el quehacer, marcando presencia como agente cultural, de participación y de cambio social.

El acto de lectura no sólo se presenta en establecimientos formales como la biblioteca y la escuela. Puede establecerse un programa que llegue antes y que desde los servicios de salud, consultorios y hospitales realice un acompañamiento a las madres embarazadas. Esto puede ser estimulado entregando lecturas adecuadas al estado de “espera” de los padres, los cuales, sobre todo si son primerizos, suelen ser muy atentos a ciertas lecturas, especialmente si dice relación con la vida de los bebés y su entorno.

Muchas veces, un segmento importante de la población no va ni participa de las actividades de la biblioteca; le parece que ese es un lugar muy formal, destinado a las “personas inteligentes” o simplemente para que los niños hagan sus deberes escolares. Eso produce una distancia infranqueable entre el potencial usuario y la biblioteca; finalmente, entre la persona y la lectura.

Por lo tanto, la biblioteca, tanto la pública como la escolar, deberán permear de y con lectura los espacios cotidianos de la gente: consultorios y hospitales, paraderos del transporte colectivo, mercados callejeros, trenes subterráneos o interurbanos, estadios, plazas y centros comerciales, entre tantos otros. Es en esos ambientes por donde transita o se reúne habitualmente la comunidad.

Un claro ejemplo de lo anterior es el programa “El Puesto de los Libros en la Feria Franca” que desarrolla Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil CEDILIJ en la ciudad de Córdoba, Argentina. Instalados en una feria o mercado callejero, al lado de un puesto de frutas, la biblioteca ha salido con sus mejores libros a buscar a las personas. Ganador del Primer Premio Vivalectura 2008, entre cuatrocientas iniciativas lectoras de toda Argentina, este “Puesto de los Libros” presta más libros que la propia Biblioteca Provincial de Córdoba.

Pero estos ambientes, cotidianos para la gente, suelen no serles propios y naturales a las bibliotecas, pues pertenecen a otras instituciones, a empresas privadas o tienen dinámicas muy diferentes. Es entonces que se requiere nuevamente hacer alianzas y crear redes con aquellos que administran esos espacios o se manejan en ellos con mayor naturalidad.

Tener éxito en estos campos es doblemente compensatorio: la biblioteca es reconocida y valorada por sus propias autoridades y por los nuevos agentes con los que se establece esta alianza estratégica, facilitando la generación de nuevos proyectos conjuntos. Pero es, por sobre todas las cosas, una enorme puerta que se abre, por donde más y nuevos lectores acceden a la cultura, la información y la recreación. Es en estos espacios en donde mucha gente, que no asistiría a una biblioteca formal, puede llegar a reescribir la lectura y releer las bibliotecas.

5. Profesionalización

La implementación de todos estos cambios, la creación de redes, la retroalimentación con las comunidades, el monitoreo de los programas y las evaluaciones de los mismos, entre otras tareas, deben ser llevados a cabo por una plana profesional de primer nivel, lo cual implica inversión en capacitación y la generación de un modelo de gestión adecuado, que sea perfeccionado constantemente por quienes se hagan cargo de estas tareas. Hacer de esta nueva mirada una nueva escuela.

Resulta indispensable la preparación de cuadros expertos, altamente profesionalizados, en fomento lector. Es impensable que las escuelas de bibliotecología y pedagogía no estén preparando, como sucede en la mayoría de nuestras universidades, en fomento lector y escritor a sus estudiantes de pre-grado. Incluso esa preparación debe extenderse hacia otras carreras que potencialmente podrían agentes de lectura como, por ejemplo, la actuación.

El profesional de la lectura debe, antes que nada, ser un entusiasta por la lectura, debe ser lector, debe tener deseo, pasión e interés por la lectura, pero también debe tener la capacidad y las competencias necesarias para transmitir aquello. Se realizan habitualmente capacitaciones en fomento lector a personas que trabajan en programas de este tipo, pero resultará un cambio fundamental cuando estas competencias sean instaladas en los currículos de las academias o universidades.

6. En perspectiva

Tal vez fruto de una decidida intención de muchos bibliotecarios décadas atrás por el trabajo colaborativo, existen hoy en día muchas macro redes en el ámbito de bibliotecas a nivel internacional y también, en otros casos, a nivel nacional. Es el momento de fomentar la creación de redes o micro redes locales, vinculando a todos los agentes participativos que es donde se deposita el capital social de una comunidad.

Naturalmente en estas redes, tal como lo hemos planteado, no sólo han de participar las bibliotecas, pública o escolar, sino los más diversos agentes de esa comunidad. Cada quien desde su especificidad, es capaz de aportar a la construcción de un nuevo sujeto lector y de proponer iniciativas para la gestión de la más diversa índole. De lo que se trata, entonces, es que la lectura pueda verse también bajo el prisma de la gestión participativa, en la que todos los integrantes de una comunidad tienen algo que decir al respecto, porque son ellos los que van a ser beneficiarios de esa política.

Eso si, como también dijimos, es indispensable respetar cada una de las realidades y diversidades presentes, humanas y geográficas, culturales y sociales. Hemos hablado aquí de estándares deseables para todos los países latinoamericanos, pero que deben aplicarse a cada situación según su realidad. Es por ello que es prioritario atender y entender el consumo de la comunidad y estar atento a sus demandas y necesidades.

Involucrar a más agentes a la lectura y relectura de las bibliotecas y su rol es generar más nudos en la red, porque ¿qué es una red? Es, finalmente, una suma de nudos; si uno o varios de ellos se rasgan, la red entera carece de sentido.

Desde nuestras individuales cegueras a nuestras colectivas claridades, es posible que nuestra percepción de un todo sea lo que en verdad deseamos. Más que bibliotecas, libros y lectura, de lo que se trata es de mejorar la calidad de vida de los seres humanos y de la comunidad, haciéndola más habitable y haciendo de la lectura otro habitante de ella; haciendo de la palabra, como dijera Pablo Neruda, “hereditaria copa que recibe las comunicaciones de la sangre”.

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