CAUTIVERIO FELIZ: «Bascuñán se convierte peligrosamente en un traidor a su gente al ver al indígena como ser humano»

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Sostuvimos una larga e interesante conversación con William Alexander Yankes, autor del libro: CHILE: Un Cautiverio Feliz?. Un estudio crítico del manuscrito del siglo XVII, Cautiverio Feliz, de Francisco Nuñez de Pineda y Bascuñan. Esta es la primera entrega de aquellas reflexiones. Aquí abordamos las motivaciones del autor para investigar sobre este texto que, valga la precisión, aún es una materia pendiente de estudio en nuestra academia. 

“El Cautiverio…” es una obra que, con todo, no es muy conocida en nuestro medio, haciendo un poco de memoria, ¿Cuándo fue la primera vez que supiste de ella y en qué momento surgió la idea de estudiarla a fondo?

Crecí en Chile de padres chilenos. Pero nuestro hogar era un enclave de la Europa teutónica en las conversaciones, la lectura, la música que escuchábamos. Mi padre cineasta, dibujante. Mi madre pianista clásica. La conciencia de encontrarme en Chile me llegó casi a la edad de los diez años cuando estudié en el Instituto Nacional, cuna de líderes intelectuales para Chile, y te lo inculcaban. Fui al colegio en Chile de niño y adolescente. Sé que escuché de Cautiverio feliz en Chile, pero no puedo decir que mi memoria proviene del colegio.

Entonces dominó el enfoque europizante? …

En mi tiempo, en los sesenta, se miraba muy mal al “indio.” Ni si quiera se le refería como pueblo indígena. Era o los mapuches o los indios. El hablar mal del indígena era auto-tildarse de gente bien. El prejuicio era una característica de orgullo de ser blanco. Es horrible cuán sincera y abierta era la maldad hacia el pueblo mapuche que le dio a Chile tanta cultura, vocablos que ni siquiera advertimos su proveniencia indígena. El chileno blanco está indianizado sin percatarse. La idea de estudiar Cautiverio feliz a fondo viene de mi mentor y profesor de la Universidad de California en Santa Barbara, al norte de Los Angeles. Esa ciudad es un balneario, una Viña del Mar de la costa de California.

Mi mentor, de origen Mexicano, obtuvo su doctorado con una obra chilena. Estuvo en Chile y se topó con Cautiverio feliz, pero no le dio el tiempo para zambullirse en ella. Quiso involucrarse indirectamente y me la recomendó. La leí tres veces. Me fascinó. Cada lectura me llevó a una perspectiva distinta y fui moldeando mi tesis como un escultor. Observándola desde distintos prismas y ángulos; con distintas luces y subsuelos. Cuando retomé su lectura por última vez, me bajó una pena enorme. Quise poder abrazar a Pineda y Bascuñán y llorar junto con él.

Por donde pasó el encanto? …

La belleza de su lenguaje barroco te atrapa. La expresión de sus ideas contiene una fuerza motriz subterránea, es un tejido retórico con una estética en la construcción de las ideas que desarma, persuade, y seduce. El arte de su fraseología exhala una elocuencia lírica cervantina donde la estética le infunde propósito a la forma, a la estructura retórica. La filosofía del pragmatismo contemporáneo aniquiló ese arte, cuando en realidad al arte verbal debería vérsele como necesidad funcional para transmitir propósito, identidad, estilo, actitud, sensibilidad, y permitir encuentros.

Y que imagen tienes de la identidad de lo mapuche?

Recuerdo de niño una escena que presencié en la calle, pleno centro de Santiago, repleto de peatones. Cómo un señor ya mayor le gritaba garabatos a un caballero, tampoco joven, de raza mapuche. Lo insultó a gritos. Transeúntes rodearon al mapuche y todos se unieron en gritarle garabatos e insultos. El señor mapuche se mantuvo erecto. Sereno. Nunca respondió con un vocablo soez. Mantuvo su dignidad. Yo quedé helado por la injusticia. Nunca me olvidé de ese momento. Y creo que me empapé de la cultura mapuche y de su sentido de justicia en Cautiverio feliz. He visto en Chile la mala mirada, el gesto no-verbal de menosprecio hacia el “roto” con rostro asiático. Volviendo a Chile después de 50 años en Estados Unidos, observé que la actitud racista continúa solapada en perceptible distanciamiento hacia la persona de raza indígena o africana. El respeto distanciado—eufemístico, bordea en la insinceridad.

Tal actitud que se desparrama a lo que es la cultura de la mayoría blanca, está cambiando, principalmente entre la juventud, mientras en ciertas partes de Estados Unidos, en el sur, el racismo impera en todas las generaciones. Revientan fuertes conflictos. No así en California. No con el negro, pero si con el mexicano y el indígena centroamericano y el extranjero; dichas posturas de tolerada convivencia mantenien cierta distancia hacia gente de piel oscura y un acento extranjero, que podrían ser hindúes o polinésicos, quienes sufren el látigo de la mirada displicente. El racismo se nota en Chile más deliberado que en Estados Unidos. El chileno es un racismo honesto, valga la crueldad que resuena. Es abierto. Me duele ver la oximorónica injusticia “civilizada”.

Cuando llegué a entender el grado de intimidad del indígena con la naturaleza, esa cosmología pagana –que comparto a nivel filosófico– pude apreciar que la piel del indígena se mimetiza con el color de la tierra; ese polvo es piel…. esas hojas de árbol son el pelo del árbol; el agua pareciera que la entienden como la sangre de la montaña…… el pájaro, el viento, todo es parte de la anatomía que compartimos.

Esa es un mirada muy lúdica e interesante, cómo este sentimiento evolucionó hacia una propuesta académica?

Decidí llevar mi tesis de maestría a otro nivel de cosas. La empecé como un estudio estrictamente analítico de la hibridez de géneros literarios de esa obra en su multivalencia.

Ese fue el mensaje de mi profesor. Hasta ahí me guió. Pero yo me di cuenta que había otros trasfondos en esa obra. Y de ahí nace mi libro como tal, que trasciende la tesis académica. Y la reescribo en una charla con el lector. Cambio el tono. Le agrego capítulos. Amplío los parámetros históricos pues Bascuñán no incluye historia, sólo el pasado literario y el presente político. Incluyo la relevancia de su obra, y especialmente la de mi obra, donde trazo paralelos y explico cómo evoluciona esa Conquista y el apoderamiento de recursos naturales alcanzando las horripilantes circunstancias de los años 70, El Golpe de Estado, y los golpes leves que le han seguido, los coscachos económicos, judiciales, injusticias en tinta y papel, gestos políticos de pequeñez acumulada que acaban por hundir al débil todos los días de la vida.

Frase Yankes I
Frase Yankes I

Cuál es el contexto político e histórico en el que nace esta obra?

Bascuñán escribe bajo la mirada agresiva de la Inquisición (una Iglesia revestida de malicia anticristiana), aun siendo él un católico empedernido, con estudios respaldados por una intelectualidad jesuita, secta que tiene sentido de justicia social y amplitud mental para sopesar conceptos filosóficos con una visión ecuménica, ecléctica  de la vida, lo que le permite cruzar una esencial frontera que hoy nos prohibimos: el racismo. Bascuñán cruzó el Bíobío que su propia gente, los españoles, no pudieron cruzar sin matanzas. A él se le invitó, y al ver al español desde el otro lado de esa metamorfosis ovidiana, cultural, recapacita y se da cuenta que la guerra es una lamentable pérdida de oportunidad política, social, y de recursos que se mal aprovechan. El español, orgulloso de su ignorancia de la cultura indígena, la menosprecia sin preocuparse de conocerla. Se niega a sí mismo el humanismo que dice poseer como pueblo cristiano.

La tarea de Bascuñán es contracorriente. Un vez habiendo conocido íntimamente al mapuche, se da cuenta de su sabiduría social, de su estrategia guerrera, de su sentido ecológico-religioso. Tiene que lidiar con la miopía cultural del colono gachupín. Su lengua indígena parece remedar los sonidos de la naturaleza. Sus conceptos espirituales de estirpe ancestral, el uso de la tierra, el sentido de vivir…  evocan la mentalidad griega clásica en su concepción del universo, donde los huesos humanos son el mismo polvo de las estrellas; donde su filosofía ágrafa de la vida obedece a los ciclos naturales, coherentes con la lógica de sus razones. Observa Bascuñán que el hombre ibérico en su experiencia y quehacer transatlántico está en constante guerra con el ser oriundo para asirse del poder político mediante la expulsión de otras razas en el nuevo entorno en el que se desenvuelve. Estos rasgos peninsulares del rechazo a otras razas aun ocupando una península en Europa compuesta de un crisol de razas y culturas; aun así se arraigaron a la actitud de la intolerancia hacia quienes le dejaron casi un milenio de cultura a España.

Los mapuches eran otros musulmanes o judíos, en la percepción española de esos tiempos, convencidos de que tenían el auto-adjudicado derecho de quitarles sus tierras; invaden regiones distantes para desencajar a sus habitantes milenarios, lo cual no es si no otra forma de expulsión, por no ser vistos como seres humanos. La idea de igualdad con esos seres marginales, indígenas, que propagara Bascuñán, se contemplaba impensable entre españoles y criollos en ese Chile en su forma de semilla de nación.

Bascuñán se convierte peligrosamente en un traidor a su gente al ver al indígena como ser humano. Bascuñán redacta su obra permanentemente consciente de su encrucijada. O vela por su supervivencia dentro de un imperio violento, o por su visión teleológica al forjar un esquema para un futuro social preferible. En esta detallada Carta al Rey de España que es Cautverio feliz, le suplica que le de fin a estas largas guerras y que se perciba al indígena como digno interlocutor diplomático, aludiendo a su igualdad como hombre, a pesar de su cultura exótica —y en cierto grado, lo admitiría a regañadientes, superior. Esa esa crónica reveladora, mordaz, audaz, clara, urgentemente peticionaria en su luminosa belleza ética y antropológica.

(*) William Yankes siempre está abierto a conversar sobre su obra, si quieres profundizar sobre ella te compartimos su correo: wa.yankes@gmail.com
Chile, un cautiverio feliz?. Yankes
Chile, un cautiverio feliz?. Yankes

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