No recuerdo la fecha exacta, pero sí el momento. Tenía la cabeza llena de ruido, el cuerpo cansado de intentar sin resultados y el alma adormecida por esa extraña resignación que uno aprende cuando se acostumbra a vivir en piloto automático. Fue en ese estado que llegó a mí Controle su destino, de Tony Robbins. No era el primer libro de desarrollo personal que leía, pero sí fue el primero que me hizo detenerme en seco y decir: «Esto no es teoría. Esto me está hablando a mí».
Y hoy, si me tomo el tiempo de escribirte esto, es porque hay algo que quiero decirte: tú también puedes cambiar. No porque esté de moda decirlo, sino porque está en tus manos decidirlo. Pero no basta con desearlo. Hay que tomar el control.
Las decisiones no son detalles, son direcciones
Robbins lo repite con una convicción que primero incomoda y después ilumina: «Tu destino se forma en los momentos de decisión». No es una frase bonita para enmarcar, es una alarma. Porque si te detienes a pensar cuántas veces al día decides algo sin darte cuenta (lo que comes, a quién escuchas, qué pospones, qué evitas), te das cuenta que esas pequeñas decisiones están construyendo en silencio la arquitectura de tu vida.
Yo mismo no era consciente de esto hasta que me puse a hacer uno de los ejercicios que propone el libro: pensar en cinco decisiones pasadas que cambiaron tu rumbo. Me costó… pero cuando las encontré, vi el patrón. No era el mundo el que había definido mi vida. Había sido yo, cada vez que elegía desde el miedo o desde la inercia.
Fue doloroso verlo. Pero también liberador.
El dolor y el placer son tus verdaderos guías
Algo que nunca había pensado es cómo nuestro cerebro está programado para evitar el dolor y buscar el placer. Parece simple. Pero Robbins lo convierte en una herramienta poderosa: si sabes que tu mente huye del dolor, ¿por qué no vincular el dolor a eso que quieres dejar atrás? Si sabes que tu cuerpo persigue el placer, ¿por qué no asociar placer a esa nueva hábito que quieres adoptar?
Yo lo probé con la lectura. Antes, me costaba terminar un libro. Siempre había algo más «urgente». Hasta que asocié la lectura al placer de aprender, de crecer, de ganar claridad. Me puse una meta ridícula: leer 10 minutos al día. Pero lo que era pequeño se volvió hábito. Y el hábito se volvió parte de quien soy.
Tus creencias no son la verdad. Son decisiones pasadas
Una de las partes más potentes del libro es cuando Robbins habla de las creencias. No como verdades inamovibles, sino como interpretaciones que hemos hecho una y otra vez hasta darlas por ciertas. «Soy malo con el dinero», «nunca voy a tener una relación sana», «no nací para emprender». Frases que parecen descripciones, pero que en realidad son condenas que nos hemos autoimpuesto.
Hasta que las cuestionas.
El libro te obliga a hacerlo. Y cuando lo haces, empieza la revolución. Porque si una creencia se construyó, también se puede desmontar. Si una vez te dijiste que no podías, puedes empezar a decirte otra cosa. Y cuando cambias lo que crees posible, cambias lo que haces. Y cuando cambias lo que haces, cambia lo que eres.
El poder de los valores (y el orden importa)
Hay un ejercicio que nunca voy a olvidar. Me costó tanto hacerlo como ver lo que reveló. Robbins te pide que escribas tus valores: esas cosas que consideras importantes en tu vida. Pero no basta con listarlos. Hay que ordenarlos. Y ahí empieza lo incómodo.
Porque te das cuenta de que muchas veces persigues metas que van en contra de tus valores más profundos. Como Jolie, la hija de Robbins, que logró su sueño de trabajar en Disneyland… pero tuvo que sacrificar salud, amor y libertad. Hasta que entendió que su valor número uno era el amor, no la «realización profesional». Y decidió irse.
Yo también he tenido que decidir. Y no ha sido fácil. Pero cuando ordenas tus valores, las decisiones se aclaran. No son menos difíciles, pero sí más coherentes.
Las preguntas adecuadas cambian tu vida
Este libro no es un manual. Es una conversación profunda contigo mismo. Y como toda buena conversación, está hecha de preguntas. Preguntas que te incomodan, que te provocan, que te obligan a pensar distinto.
¿Qué es para ti el éxito? ¿Qué estás pretendiendo no saber? ¿Qué harías si no tuvieras miedo? ¿Cuál es la primera pequeña acción que puedes tomar hoy?
Yo me las he hecho. Y no siempre me han gustado las respuestas. Pero al menos ahora sé qué está guiando mis decisiones. Sé de dónde vienen mis temores. Y lo más importante: sé hacia dónde quiero ir.
No es magia. Es dirección
Tal vez esperabas que te dijera que este libro me cambió la vida. Lo hizo, pero no por arte de magia. Lo hizo porque me obligó a sentarme conmigo mismo, a revisar mis mapas, a dejar de culpar a las circunstancias y a tomar el timón.
Si estás en un momento de cruce, de ruido, de desgaste. Si has sentido que vives para cumplir con lo que se espera, pero has olvidado lo que tú esperas de ti… este libro puede ser el comienzo de algo nuevo.
No te promete fórmulas. Te ofrece un espejo.
Y si tienes el valor de mirar, de hacer los ejercicios, de tomar acción, entonces no hay nada que te impida tomar el control. No solo de tu agenda. De tu historia.
Tú decides.
Y en esa decisión, está todo tu poder.