Por estos días en Chile, Colombia, Ecuador y Bolivia, han ocurrido masivas movilizaciones que tienen como elemento común un cuestionamiento al sistema económico y político reinante en estos países.
Los estallidos sociales de esta hora han removido no sólo la vida cotidiana; sino que también las estructuras en las que nuestras sociedades están sustentadas. Pero, ¿Es la crítica de estos días sólo un cuestionamiento económico?
Ciertamente no, es mucho más profundo que unos pesos o dólares más. La lectura superficial de las demandas, claro está, nos harán relevar el precio de los medicamentos, las bajas pensiones, la obscena brecha salarial entre hombres y mujeres o entre muy ricos y muy pobres.
Pero ocurre también que es una demanda por el fin del abuso y la recuperación de la dignidad, ello pasa por cuestionar el sentido de la sociedad en la que vivimos. Trabajólica, competitiva y descarnada, sin espacio para el disfrute, la familia, la creación, la conversación y, ¿por qué no decirlo? la lectura, hay acá un grito desesperado por crear una forma de vida más humana.
En el caso de Chile el cambio estará acompañado de una nueva Constitución, por primera vez en su historia republicana las y los ciudadanos podrán generar su propia constitución de manera democrática.
Hay muchos detalles que afinar en este proceso, pero queremos compartir con Uds. lo que quisiéramos ver en esa constitución en materia de fomento lector y de la una cultura de la Libertad.
Lo primero, queremos una Constitución que garantice y haga efectivos los derechos civiles que sustentan la creación y la diversidad. Es decir, las libertades en todas sus gamas, para crear, para desplazarse con soltura, para quedarse allí donde mejor se está, para gritar y callar, para decir lo que me gusta y lo que no me gusta. Queremos que esta nueva constitución nos garantice espacios públicos para todo aquello, lugares comunes donde hagamos lo que hace tiempo, antes del 18 de octubre, no hacemos, soñar y construir en clave colectiva.
Queremos que la información esté asegurada en todos los formatos posibles, plazas y bibliotecas con acceso a conexión inalámbrica libres y gratuitas, libros a precios accesibles, que se permita la incursión del estado en el mercado editorial, etc.
Queremos que la nueva Constitución garantice la Lectura como un derecho. De forma tal que los Gobiernos estén obligados a crear programas públicos que vayan más allá de la educación formal. El derecho a la lectura será efectivo si las Bibliotecas Públicas cuentan con recursos e infraestructura adecuada a esta nueva responsabilidad estatal, donde su recurso humano esté permanentemente capacitado.
Con el derecho a la lectura garantizado el millón y algo de personas que en Chile son analfabetos absolutos, es decir, no saben leer ni escribir nada de nada, si ellos, serían prioridad y entonces no habría excusas para cumplir esa obligación.
Un país con el derecho a la lectura consignado en su nueva constitución, sería también un lugar donde los analfabetos funcionales, es decir, personas que leen, pero no comprenden lo que leen, decíamos, un lugar donde los analfabetos funcionales no serían, como hoy, abandonados a su suerte.
Aprender a leer y no olvidarse de leer por la pérdida del hábito, es un derecho imprescindible para el estado de desarrollo de la humanidad. Quienes no leen, no pueden ejercer como ciudadanos, no forman parte del colectivo social; quienes no leen sufren un deterioro biológico más acelerado que los que si lo hacen y son presa de males cognitivos y mentales: quienes no leen no pueden competir en el mercado laboral y son parias del sistema económico.
Si pudiéramos consignar la le lectura como un derecho, en la nueva constitución, podríamos hacer más fuerte la discusión ciudadana, la pertenencia de todos a desafíos colectivos, tendríamos personas con mayores habilidades y destrezas para la creación y la innovación: también contaríamos con adultos mayores más sanos y en una situación de dignidad que hoy no tienen.
El derecho constitucional a la lectura no es moda, es necesidad. Ojalá y aprovechemos la oportunidad.